miércoles, 16 de septiembre de 2009

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Hay alguien especial para cada uno de nosotros. A menudo, nos están destinados dos, tres y hasta cuatro seres. Pertenecen a distintas generaciones y viajan a través de los mares, del tiempo y de las necesidades celestiales para encontrarse de nuevo con nosotros. Proceden del otro lado, del cielo. Su aspecto es diferente, pero nuestro corazón los reconoce, porque los ha amado en los desiertos de Egipto iluminados por la luna y en las antiguas llanuras de Mongolia. Con ellos hemos cabalgado en remotos ejércitos de guerreros y convivido en las cuevas cubiertas de arena de la Antiguedad. Estamos unidos a ellos por los vinculos de la eternidad y nunca nos abandonaran.
Es posible que nuestra mente diga: " yo no te conozco", pero el corazon si le conoce. (..) sacude cada átomo de nuestro ser. Nos miran a los ojos y vemos a un alma gemela a través de los siglos. El corazon nos da un vuelco. Se nos pone la piel de gallina. En ese momento todo lo demás pierde importancia.
Puede que no nos reconozcan a pesar de que finalmente nos hayamos encontrado otra vez, aunque nosotros si sepamos quienes son. Sentimos el vinculo que nos une. Tambien intuimos las posibilidades, el futuro. En cambio, él o ella no lo ve. Sus temores, su intelecto y sus problemas forman un velo que cubre los ojos de su corazon, y no nos permite que se lo retiremos. Sufrimos y nos lamentamos mientras el individuo en cuestion sigue su camino. Tal es la fragilidad del destino.
La pasion que surge del mutuo reconocimiento supera la intensidad de cualquier erupcion volcanica, y se libera una tremenda energia.
(...) Hay que esperar el momento adecuado, y la persona que se da cuenta tiene que ser paciente. Gracias a una mirada, un sueño, un recuerdo o un sentimiento podemos llegar a conocer a un alma gemela. Sus manos nos rozan o sus labios nos besan, y nuestra alma recobra vida subitamente.
EL contacto que nos despierta tal vez sea el de un hijo, un hermano, pariente o amigo intimo. O puede tratarse de nuestro ser amado que, a traves de los siglos, llega a nosotros y nos besa de nuevo para recordarnos que permaneceremos siempre juntos, hasta la eternidad.




Brian Weiss

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